Tánger

Publicado el 28 de marzo de 2025, 9:26

Los dos escribimos como Dios. Y editaríamos online en la citada ciudad magrebí.
Dejaríamos las ingratas familias. Y con nuestra Poesía en el alma pondríamos rumbo al Magreb.
Fumaría hachís a todas horas. Y revisaría las creaciones de la Lore. Ella haría lo mismo con mis textos. Y pronto viviríamos en una poesía. La Beat Generation residiría en mi mesilla. Y en breve hasta haríamos algo de dinero.
Es pura Poesía el hecho de que aún no conozca a la Lore: mi editora de labios carnosos. Tendría la oportunidad de mejorar mi árabe. Y viviría el Ramadán como un moro más. Nos vestiríamos como ellos, con nuestras chilabas. Y recordaríamos con alivio la operación-que-tanto-nos-asustó-de-María-Lorena.
Comeríamos pastelitos con miel a todas horas.
Y estudiaríamos-respiraríamos la cultura árabe.
Tánger es una ciudad moderna y sanitariamente actualizada.
Y, por lo tanto, todas las revisiones médicas de María se harían sin dificultad.
Estaríamos muy delgados de tanto hacer el amor, a pesar de entregarnos en cuerpo y alma a la gastronomía del lugar. Y con nuestros beneficios económicos literarios viajaríamos intensamente por el Magreb. Yo volvería a correr desnudo por el Sáhara. Y en contadas ocasiones -ya ricos- volveríamos a España para ver a la familia.
Además, María tendría la Seguridad Social española en Tánger. Que esperemos le hagamos la mínima falta. Pero que en un país en vías de desarrollo se hace imprescindible.
Mi discapacidad mejoraría acompañada por el empuje de mi alma.
Me emborracharía de la cultura magrebí. Y pronto cumpliría sesenta años. Edad perfecta para estudiar y conocer gente.
No lo dudes, princesa, seríamos felices y probablemente pobres. Pero yo he llegado, a mis cincuenta y ocho años de existencia, a la conclusión de que el espíritu, que en occidente capitalista solo está en el dinero, también reside en cada mirada. Y se potencia sobremanera con el Ramadán.

 

leopoldo

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