Fruto de una educación clasista y culta, María Francisca Cabanillas se casó con un impresentable con mucho dinero. Y nos dio a luz a mis dos hermanos y a mí. Pero siempre mantuvo la feminidad rebelde que le llevó, por ejemplo, a la cárcel, entre ladronas, putas y rojos, a llevarle a mi querido primo enriquito potas de cocido cuando estuvo preso por hacer valer los principios y derechos fundamentales que había aprendido estudiando derecho.
Le sigue mi prima Vicky, mujer de enriquito y abogada que luchó toda su vida por hacer valer los derechos de la mujer. Con una evidente sapiencia popular y unos bellísimos ojos azules: Azulita, la llamo. Culta y simpática. Enamorada de su madre, como yo.
- Mi ex, Ana, gran cinéfila. Cuya vida está dedicada a cuidar de mi hijo Santi y su entrañable síndrome de Down.
- Mi exsuegra, Juli, quien ya nos abandonó después de iluminar con su celeste mirar un mundo al que le exprimió su sabor hasta en los pequeños detalles.
- Mi hija Julia, abogada inquieta y comprometida. - Sor Elvira: Monjita de Cáritas con la que yo me introduje en el mundo de los inmigrantes.
- Keka, solidaria y socialmente comprometida, quien me soportó estoicamente cuando me enamoré de ella.
- María Lorena, quien da su vida por la literatura. Y quien es mi insuperable editora.
Todas ellas tienen un alma bellísima y le demuestran a este puto mundo que son claramente superiores al hombre.
Y, por último, las prostitutas, con las que trabajo como agente social. Cayendo en innumerables ocasiones en sus amores y poesía.
leopoldo
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